El Misterio en el Arroyo de Catorce Millas
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Por Rebekah Smith |
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En la correspondencia del día 24 de enero de
1990 recibí la fotografía, y de repente me captó la atención, aun
antes de leer la carta adjunta. Escrito en tinta sobre una orilla,
estaba la palabra 'TOP' (hacia arriba), pero parecía la foto de un
pozo. Le di la vuelta hacia la derecha; pero todavía eran puras
piedras. Me encantan los misterios. El simple hecho de
leer la carta sería demasiado fácil, tenía que solucionar esto por mi
propia cuenta. Enderecé la fotografía, la coloqué en la máquina
de escribir, y comencé a reclinarme en la silla...pero antes de que mi
espalda hiciera contacto con la silla, ¡de repente me detuve! Sentía carne de gallina en los brazos. Lo que estaba mirando era una piedra en forma de pirámide con ángulos agudos, y una mesa formada de piedra. Quince millas al noreste de Jeffersonville, a
un costado de la carretera número 62, cerca de la ciudad de Charlestown,
existe un área que es conocida como Túnel Mill. El terreno es colinoso,
marcado con afloramientos de piedra caliza y numerosos arroyos y
riachuelos. El arroyo principal se llama Fourteen Mile Creek, el cual
corta una senda sinuosa de norte a sur desde Charlestown hasta llegar al Río
Ohio. La desembocada del arroyo está a exactamente catorce millas de
Jeffersonville, navegando por el río, por lo tanto no se necesita gran
imaginación para dar con el nombre Fourteen Mile Creek (El Arroyo De
Catorce Millas). A comienzos del siglo pasado, Charlestown era
conocida como la ciudad principal molinera del condado Clark. En ese
tiempo, un hombre llamado John Work operaba un molino al lado del Fourteen
Mije Creek, moliendo maíz y trigo para los colonos y también los Indios.
En 1817, después de quince años de uso continuo, el molino estaba
necesitando reparación, y entonces fue cuando el Sr. Work comenzó a
construir el molino más sobresaliente en todo el estado. Más adelante de donde estaba el molino tan
usado, Fourteen Mile Creek forma una gran curva de casi 180 grados, dando
la vuelta a una colina cuya punta está a casi cien pies sobre el nivel
del agua. La distancia a través de la parte más
angosta de esta península era de trescientos pies (casi cien metros),
pero eran trescientos pies de piedra sólida. ¡Pero eso no detuvo a John Work! Esto era un
reto para sus habilidades naturales de ingeniería, y decidió perforar el
cerro con dinamita, formando un túnel por donde correría el agua para
hacer funcionar el molino nuevo que pensaba edificar del otro lado del
cerro. Al pasar por el túnel, el agua bajarla veinticuatro pies (casi
ocho metros), suficiente para producir fuerza constante para el molino. Completaron el túnel en tres años, y cuando
por fin la abrieron en 1820, era lo suficiente amplio para acomodar a un
hombre montado a caballo. El molino nuevo llegó a ser famoso por todo el
estado y fue conocido como Tunnel Mill (El Molino Del Túnel). El ingenioso John Work murió en 1832, y su
hijo continuó con el negocio hasta 1854. Entonces fue cuando le vendió
el terreno y el negocio al Sr. Wilford Green, quien juntamente con su
familia continuó con el negocio del molino hasta 1927. Oficialmente todavía
se conocía como Tunnel Mill, pero la gente de la comunidad comenzaba a
referirse a Green's Mill, en consideración del nuevo dueño. La mayor parte del terreno del Sr. Green fue comprado por los Boy Scouts de América, y un campamento para estos exploradores fue construido cerca del sitio del primer molino del Sr. Work. Con el tiempo el molino nuevo fue desmantelado, y sólo ha quedado la rueda del molino como una reliquia oxidada de días pasados. En 1961 el increíble túnel fue cerrado con dinamita por razón de serpientes que abundaban allí y los guardabosques temían por la seguridad de los jóvenes exploradores.
BEAVER HOLE En tiempo de verano, él y sus hermanos
conseguían quien los trajera desde Jeffersonville, y luego procedían
hasta Beaver Hole (Hoyo del Castor), un lugar al lado sur del camino de
Tunnel Mill donde el Fourteen Mile Creek tiene como diez pies de
profundidad y unos cuarenta pies de ancho. Sin duda, era el mejor lugar
para nadar dentro de cincuenta millas. Y lo mejor de todo, había una soga
amarrada a un árbol al lado del arroyo con la cual se lanzaba uno al
agua. Pues, ¿qué más podría pedir un muchacho? La primera ocasión cuando Papá hizo mención
de la cueva fue en 1946, y relató cómo fue que el Angel del Señor lo
encontró allí. En otras ocasiones él habló de haber estado en la
cueva, algunas veces por varios días y noches. Siempre iba solo, con la
excepción de una ocasión en 1941, cuando se llevó a Mamá. La única indicación que él dio tocante a su
ubicación en general, fue cuando les dijo a algunos miembros de la
familia dónde debieran pararse para llamarlo en caso de alguna
emergencia, un lugar como a medio camino entre la orilla del camino de
Tunnel Mill y Beaver Hole. Hoy día, los rótulos al lado del camino le señalan a uno como llegar hasta Tunnel Mill Scout Reservation (la reserva de los exploradores), y la mayoría de la gente del vecindario no sabe de qué está hablando uno cuando les pregunta acerca de Green's Mill. Pero aún existe la rueda oxidada, y el agua todavía corre por Beaver Hole donde tiene como diez pies de profundidad. Pero este terreno por aquí es conocido como Green's Mill solamente para los antiguos, y quizás algunos cien mil Creyentes alrededor del mundo. ALGO INOLVIDABLE Con mi naturaleza tan curiosa, me asombro de
que en ninguna ocasión le pedí a Mamá que me mostrara la ubicación de
la cueva. Es muy probable que ella no me la hubiera mostrado. Sólo ella y
Papá conocían la ubicación exacta. Mamá jamás volvió a la cueva después de
aquella visita con Papá en 1941, pero el recuerdo de aquella ocasión le
quedó muy viva. Me acuerdo de haberle preguntado cómo era, porque en mi
mente me imaginaba un lugar quizás semejante a las Cavernas de Carlsbad
(un lugar turístico en el estado de Nuevo México), seco, brillante y con
clima agradable..."Oh no," me dijo, "adentro es muy pequeño
y muy frío." Ella se acordaba de 'los muebles' de que Papá había hecho mención: una piedra donde sentarse y otra piedra más larga donde acostarse, y, algo más que era muy sobresaliente. "Había una tremenda piedra en forma de pirámide, que colgaba del cielo, sobre la mesa." Me dijo, "Era algo muy distinto." LA PIEDRA PIRÁMIDE Mi mente estaba dando vuelta y vuelta mientras
examinaba la foto que tenía en mi mano. Allí estaba, tan claro como el día:
una mesa con una piedra pirámide encima. Rápidamente abrí la carta que
acompañaba la foto: "Estimada
Hermana Smith, te estoy enviando una foto que yo mismo tomé en una cueva
en el área de Green's Mill, a la cual creo que el Señor me llevó...
Cuando supe que Ud. iba a publicar un álbum de fotografías respecto al
Hermano Branham sentí enviarte esta foto."
Me sentí casi pasmada. Por muchos años centenares de personas han
explorado detalladamente toda el área de Green's Mill, buscando la cueva
del Hermano Branham. Algunos han pasado días enteros, recorriendo los
cerros y siguiendo los vallecitos, buscando ese lugar evasivo que
solamente el profeta conocía. En varias ocasiones Papá les decía a sus
amigos que al entrar a la cueva, arrastraba detrás de él una mata, y así
ocultaba la entrada de la búsqueda más intensiva. Decía que en veces
podía oír voces de personas mientras pasaban cerca, tan cerca que si él
hubiera querido les pudiera haber tocado. Tan escondido que sabíamos que estaba, y
después de tantos años, el hecho de que la cueva en realidad pudiera ser
hallada parecía increíble. Pero allí en la mano tenía yo la fotografía
de lo que parecían ser dos de las cosas identificables que yo sabía que
existían en la cueva: la mesa, y la increíble piedra en forma de pirámide. El nombre del hermano que me había escrito la
carta no era uno que yo conocía, pero yo estaba muy ansiosa de hablar con
él. Me sentí tranquila al hablar con él por teléfono y escuchar su voz
tan particular del estado de Virginia. Me sonaba como 'uno de casa' y no
me sentía desconcertada hablando con él. Me relató los detalles de cómo
y cuándo había hallado la cueva, casi tres años antes. Yo estaba muy ansiosa por ver la cueva por mí
misma, pero George y yo no pudimos desprendernos del trabajo e ir hasta el
mes de abril. Viajamos en carro hasta Jeffersonville juntamente con
nuestro hijo, William. Allí conocimos al Hermano C* por primera vez en la
madrugada del Domingo de la Pascua. Yo ya no podía esperar más y nos
dirigimos hacia Charlestown. Había llovido casi todo el día sábado, pero
esa mañana el cielo amaneció claro. Para cuando llegamos a Green's Mill
yo estaba sintiendo mucha aprehensión porque presentía que no iba ser
una caminada fácil para llegar hasta la cueva. Y así fue. Las hojas del otoño pasado, aún
mojadas por la lluvia del día anterior, tornaron las cuestas empinadas en
algo muy peligroso. De pronto yo estaba gateando para subir por un lado
del cerro y resbalando para bajar del otro lado. Luego llegamos a un lugar
donde todos teníamos que proceder con mucha precaución. Habíamos dado
la vuelta a un cerro y estábamos sobre un precipicio como de unos 25
metros. Lo único que podíamos hacer ahora era caminar en fila con
cuidado sobre el risco. Ni siquiera traté de quedarme con los demás.
Proseguí muy despacio, agarrada de los arbolitos, y fijándome bien en
donde colocaba los pies. El área era muy rocoso, y piedras gigantescas
estaban abajo en el precipicio. El Hermano C y William estaban como unos cinco
metros delante, y al fijarme, vi que se habían detenido y parecía que me
estaban mirando. Pensé que se iban a burlar de mí por ser tan lenta,
luego vi que se estaban fijando en el suelo frente a sus pies. Yo sabía
que estaban frente a la cueva. [*Para asegurar la privacidad del hermano que descubrió la cueva, no se publicará su nombre. Estamos muy agradecidos por la confianza que nos ha mostrado al haber compartido con nosotros este lugar tan especial.] LA CUEVA
No parece ser una cueva. Mas bien parece ser
una guarida de zorros, un cubil de animales. A primera vista uno nunca
pensaría que un hombre podría pasar por la entrada tan reducida. Y no me da pena decir, que habiendo esperado
algo semejante a las Cavernas de Carlsbad, para mí era una gran sorpresa.
Recuerdo haber pensado, "¿Cómo puede ser posible que esta sea la
cueva? ¿En este hueco es donde el Angel del Señor tuvo el encuentro con
el profeta Elías y le reveló las verdades de las Escrituras?" Nos quedamos parados allí por unos momentos,
sin hablar. Comencé a sentirme débil por dentro, al darme cuenta del
gran privilegio de estar parada en ese lugar. Allí juntos, oramos, luego
el Hermano C se bajó por la entrada y George le siguió. Me arrodillé en el suelo para mirar hacia
dentro. Los hombres estaban parados en un pasillo largo y angosto formado
de piedra, y el aire de la cueva que me pegaba en la cara era muy frío.
Entre las paredes había como 50 cm y escuché al Hermano C decir, "¿De
dónde vino esta roca? No estaba aquí antes." Llevaban linternas de batería, pero un
poquito adentro hay una curva en el pasillo, y entonces ya no los podía
ver. No permanecieron mucho tiempo en la cueva, y cuando salieron, el
Hermano C nos dijo que él sentía que había más piedra caída allí
adentro de lo que había tres años antes. Al comienzo yo dudaba que
William entraría a la cueva, siendo que él se parece mucho a mí en
cuanto a lugares muy cerrados. Pero, colocó dos velas en la bolsa, ajustó
bien la cámara de video, y se metió. Me dijo después que ni siquiera
pensó en serpientes al comienzo, pero mientras estaba filmando pudo ver
una salamandra roja sobre la pared. Para entrar en la cueva uno tiene que entrar
pies primero, porque de inmediato el piso tiene un declive que lo lleva a
uno de la altura de un metro, en la entrada, a dos metros rápidamente.
Habiendo entrado, uno casi se puede parar bien. Un pasillo angosto como de ocho metros de
largo lo conduce a uno desde la entrada hasta la pequeña cámara al
final. Hay evidencia de que la cámara era mucho mayor de lo que es ahora.
Piedras que han caído al frente de la cámara prohíben la entrada, y aun
extendiendo la cámara fotográfica hacia esa parte de la cueva es muy difícil. Es muy claro que las tremendas rocas de piedra
caliza que forman el interior de la cueva se están moviendo. Pero no
sabemos si se debe a que las piedras del cielo de la cueva se están
cayendo, o si es simplemente que la pared del lado norte se ha venido
hacia dentro. Pero de los muebles formados de piedra, mencionados por el
Hermano Branham, sólo queda la mesa y está en la parte más adentro. La mesa es formada de una tremenda roca de
piedra caliza, y las esquinas superiores son perfectamente cuadradas. Mide
tres por cuatro pies y tiene como tres pies de alto. Directamente sobre el
centro de la mesa está colgando la piedra aguda en forma de pirámide, la
cual me describió mi mamá. Es fácil entender como es que esto se le
quedó tan claramente grabado en la memoria. La punta de la piedra está sólo
a unas pulgadas de la superficie de la mesa, como si su caída fue parada
repentinamente un instante antes de que hubiera sido destruida. ¡Es algo
conmovedor! Después del primer viaje con el Hermano C,
volvimos varias veces para filmar todos los detalles de la cueva hasta
donde nos fuera posible. Un cierto día cuando decidí no acompañar a
George y a William hasta la cueva, hubo un incidente muy interesante. Me
quedé esperándolos en una parte del camino como cien metros antes de
llegar a la cueva, donde no era tan angosto el camino y había un sitio
donde podía descansar. Mientras esperaba, pensé que me gustaría tener
una piedra de adentro de la cueva. Llamé a George, al cual apenas podía ver, y
le dije que por favor me trajera una piedra cuando saliera nuevamente de
la cueva. El no me pudo oír, pero William, el cual ya estaba adentro de
la cueva filmando, me escuchó muy bien, y le dijo a George lo que yo había
dicho. Estamos muy agradecidos con el Señor por
habernos permitido alcanzar a ver lo que sentimos ser la cueva escondida y
privada del profeta. Pero debido al peligro potencial del camino tan
inseguro, y el interior que se está desmoronando, hemos tapado
completamente la entrada de la cueva. No se darán instrucciones para
llegar hasta el lugar exacto.
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"Todos
nosotros tenemos un lugar adonde vamos cuando estamos en problemas. Yo
tengo una pequeña cueva, donde ni el FBI podría encontrarme cuando
estoy dentro. Yo permanezco allí por dos o tres días. Yo tengo que
avanzar por un río, y subir sobre una colina; y por entre
las ramas, voy hacia un árbol y bajo esté, la entrada a mí
cueva." William
Marrion Branham "¿Qué
haces aquí, Elías?" El 12 de abril de 1959.
Escrito en tinta sobre una orilla, estaba la palabra 'TOP' (hacia arriba), pero parecía la foto de un pozo. Le di la vuelta hacia la derecha; pero todavía eran puras piedras...Enderecé la fotografía...y comencé a reclinarme en la silla...pero antes de que mi espalda hiciera contacto con la silla, ¡de repente me detuve! Lo que estaba mirando era una piedra en forma de pirámide con ángulos agudos, y una mesa formada de piedra.
Un pasillo muy angosto, aproximadamente
ocho metros de largo, se extiende desde la entrada de la cueva hasta una
pequeña cámara al final. Sobre el risco al lado izquierdo hallamos
rastros de cera de una vela y un centavo con la fecha 1964.
Piedras han caldo a la entrada de la cámara
y prohíben el paso a esa parte.
Sólo unas pulgadas separan la punta de la
piedra y la superficie de la mesa.
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